martes, octubre 26, 2021

Holodomor

 

Holodomor: historia de una extraña y poco conocida palabra que dejó millones de muertos en apenas un año

Sucedió en pleno comunismo por orden de Stalin, ensañado en especial contra el pueblo ucraniano

Iósif  Stalin impuso el cruel Holodomor que mató entre dos y cuatro millones de ucranianos entre 1932 y 1933.

Holodomor. El nombre sugiere, además de un enigma por descifrar, acaso el de un dios pagano. Y su resonancia lo instala menos en el Bien que en el Mal.

Pero estas palabras son apenas una fantasía…

Avancemos hacia la verdad.

En apenas un año –1932 a 1933–, la bestial dictadura de Iósif Stalin ordenó el Holomodor contra el campesinado que sobrevivía bajo el comunismo como República Socialista Soviética de Ucrania.

El punto de partida –la condena– fue el proceso de colectivización del campo: el despojamiento de las tierras que aún conservaban algunos dueños desde los tiempos del zarismo.

Cínico, Stalin atribuyó la letal hambruna a una serie de malas cosechas.
Falso. La producción ucraniana de granos llegó en 1933 a un récord de 22 millones de toneladas: más que en 1931, mucho más que en 1932…


Testimonio de Maria Martyniuk, sobreviviente:

"El gobierno dijo que había que entregárselo todo, y comenzaron a humillar a mi padre, que dijo: 'Tengo hijos, tengo una familia'. Pero ellos dijeron que todos iríamos a la granja colectiva, el koljoz, y que allí estaríamos mejor. Le dijeron a mi padre que bajara las campanas de la iglesia, pero él se negó:
–Yo no las subí, y no voy a bajarlas…

Lo golpearon y lo encerraron en una celda. No lo vimos durante dos semanas. Y apenas volvió a casa… ¡murió! Las máquinas que cosechaban el trigo y el centeno dejaban los tallos. Mi madre recogió algunos para cocinar algo, pero una brigada se los quitó, y la golpeó. Ella se acostó en su cama, y nunca más se levantó. Así fue como murió".

¿Sólo los ucranianos fueron víctimas del Holodomor, o la hambruna fue colectiva?


Según varios historiadores, "fue un acto de exterminio intencional de Stalin contra la nacionalidad ucraniana por oscuras razones nunca aclaradas. Es cierto, sí, que la apropiación de las tierras y las cosechas por parte del Estado soviético propició otras hambrunas, pero ninguna tan cruel y criminal como la lanzada contra Ucrania".

La colectivización –el despojo, en verdad– fue decidida por el Comité Central del Partido Comunista en diciembre de 1929: una guerra declarada, abierta y total contra los campesinos… ¡el 82 por ciento de la población del bloque de naciones sometidas por el régimen!


Por cierto, esa política de tabla rasa desató protestas, disturbios y revueltas en todo el territorio: más de tres millones dispuestos a impedir el despojo. Pero el Ejército Rojo se encargó de extinguir esos fuegos, arrestó a miles de intelectuales ucranianos bajo falsos cargos de conspirar contra el Estado, los condenó a las prisiones siberianas, y muchos fueron fusilados…

Testimonio de Luba Kachmarska, sobreviviente:

"Cuando empezaron a expropiar nuestras tierras cubrieron nuestras papas con un polvo blanco. Las más grandes, que mi madre había reservado para nosotros, y también las más pequeñas, que eran para nuestros cerdos. Los hombres empujaron las papas con rastrillos para que se mezclaran con ese polvo blanco, que era veneno. Destrozaron todo y se llevaron las semillas que mi madre había salvado para el próximo año. No sé por qué mi madre hizo esto: antes de que nos robaran cuanto teníamos, cavó un gran agujero cerca de nuestra bodega, y en el otoño escondió allí dieciocho bolsas de papas. Después derribó un árbol para cubrir el agujero. Nadie lo encontró, a pesar de que tantearon el suelo por todas partes tanteándolo con varillas de acero. Sin esas papas, ni la familia de mi madre ni nosotros hubiéramos sobrevivido".

Pero Stalin consideraba insuficientes esos crímenes: esas condenas a morir de hambre. Tanto, que el 11 de agosto de 1932 le escribe una carta a Lázar Kaganóvich (1893–1991), un monstruo llamado "el Lobo del Kremlin", experto en matanzas masivas:

"Ucrania es hoy en día la principal cuestión, estando el Partido, y el propio Estado y sus órganos de la policía política de la república, infestados por agentes nacionalistas y por espías polacos, corriendo el riesgo de perder Ucrania. Una Ucrania que

Títere siniestro, Kagánovich, organizador de toda forma de represión, tormento y muerte masivas, está considerado el cerebro de más de 40 millones de muertos hasta la agonía y muerte del comunismo.

Pero, last but not least, la masacre por hambre, el Holodomor –unos 25 mil muertos por día– , fue objeto de discusión durante décadas por una nimiedad, una grotesca estupidez universal.


Si bien la condena fue unánime (o casi), quince países admitieron que la hambruna 1932–1933 fue sin lugar a dudas un genocidio contra el pueblo ucraniano. Pero apenas cinco le negaron su carácter de genocidio, reduciendo el Holodomor a sólo "un acto criminal del régimen estalinista"

Esos países son Estados Unidos, la República Checa, Eslovaquia, Chile y la Argentina.

Una extraña manera de calificar un crimen contra la humanidad. De limitar el Mal a los límites de un punto en el mapa.


Distrito de Vysokopolsk, el 16 de febrero de 1933, en Zagradovka, murió el joven Nicolái, de 12 años, perteneciente a una familia de campesinos pobres. la madre, F y su vecina, Anna S. , cortaron en pedazos el cadáver y los sirvieron con la comida que habían preparado"

Esta es una anotación real del el jefe de departamento regional de uno de los distritos de Ucrania. Una región que, entre 1932 y 1933, fue sometida a un programa de extermino por hambre que afectó a más de un cuarto de la población. El culpable, el padre del pueblo soviético, Joseph stalin, que llamó a esta operación "deskularización".

Una operación que trajo el hambre, la deportación, el canibalismo, el comercio con carne humana y la invasión alemana nazi. Todo ello está reflejado en el cómic Cuadernos Ucranianos. Memorias de los tiempos de la URSS (Sins Entido), del guionista y dibujante Igort.

Uno de los momentos más oscuros de la historia

Igort, se hizo una pregunta ¿Cómo había sido la vida durante el comunismo y tras él en lugares como Ucrania?.

Se fue allí y convivió, durante dos años, con sus gentes. Sus desgarradores testimonios están recogidos en este libro en el que podemos leer los relatos de varios personajes, supervivientes de varias épocas, a cual más cruel.

Con un tono documental y periodístico redescubre un genocidio fisico y cultural para contar, en primera persona, la historia de quienes sufrieron esas tragedias. Armado de su lápiz y una grabadora recoge testimonios sobre la gran hambruna provocada (Holdomor) que asoló Ucrania de 1932 a 1933 y donde tener una vaca era la diferencia entre la vida y la muerte.

Dode se dieron numerosos casos de canibalismo.

También la época del genocidio cultural, la invasión nazi, las consecuencias de la contaminación nuclear, y el desencanto actual.\

Testimonios desgarradores

Y todo usando testimonios como los de María Ivánovna, una anciana de 84 años que cada mañana sale a la calle con una báscula para pedir unas monedas a la gente por pesarse.

El de Serafina Andréyevna, una de las víctimas de la radiación de Chernóbil, que murió a las dos semanas de ser entrevistada por el autor ("Serenamente, sin luchar")

O la historia de Nicoláis Vasílievich, que sufrió la ocupación nazi, trabajó en las fábricas en condiciones infrahumanas, estuvo enfermo y sólo durante 6 años ("fui como un perro, día y noche a cuatro patas") y que ahora malvive viviendo sus cosas en el mercado ("las cosas de mi casa a las que más cariño les tenía. Ya no me hacen falta")

O el abandono de los campos, que en otra época hacían que Ucrania fuese considereada el granero de Europa y que hoy languidecen.

"En Ucranía vivían 52 millones de personas, pero desde que es independiente, en 18 años, han muerto 7 millones de personas. La gente no tiene trabajo, los precios han subido y nadie ve la luz al final del túnel", afirma Nicolái Ivánovich, otro de los entrevistados.

Esos testimonios hacen de este libro un documento imprescindible para conocer el pasado, presente y futuro de un pueblo acostumbrado a sufrir.

Un libro que nos entristece, nos emociona y nos hace desear que cosas como esta no vuelvan a pasar jamás.

Uno de los grandes ilustradores europeos

Igort (Cagliari, 1958) es uno de los autores más refinados de la vanguardia de la ilustración, que ha trabajado para las principales editoriales de todo el mundo, incluídas las japonesas, tan selectivas con los autores extranjeros.

En 1994 expuso su obra en la Bienal de Venecia y en el 2000 fundó su propia editorial, Coconino Press.

Dos de sus trabajos más significativos, 5 , el número perfecto y Fast Waller, junto al argentino Carlos Sampayo, han sido publicados en España por Sins Entido.





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