lunes, mayo 04, 2020

La física cuántica es una de las disciplicas científicas más complicadas que existen, pero hoy vamos a hacerla sencilla, sin contar mentiras.
Uno de los “cuentecitos” más famoso es el gato de Schrödinger, del que ya os hemos hablado aquí en detalle. En un principio, este juego mental fue concevido para mostrar lo poco intuitiva que es la física cuántica, pero desde entonces se ha convertido en un forma cómoda de dar un cierto sentido práctico y cotidiano a la física cuántica.
Antes de meternos en detalle a explicar las peculiaridades de la realidad que subyacen bajo este experimento mental, hay que dejar claro que este artículo no sustituye a un curso de mecánica cuántica, ni de lejos. La física cuántica es tan rara que no es posible entenderla ni tras varias décadas de riguroso estudio físico y matemático. Lo que sí conseguiremos con este post, es aclarar hasta qué punto el gato de Schrödinger es un metáfora válida. Prepárense para quedarse anonadados de cómo es la realidad.
El gato de Schrödinger nos explica cómo en el mundo cuántico todas las posibilidades están acopladas y pasan a la vez, hasta que observamos. En un principio esto parece más filosfía que física pero este efecto es medible, como veremos más adelante. Esto no significa que como no vemos algo, puede darse cualquier opción sino que realmente el gato está vivo “y” muerto, a la vezAquí ya nos aparece uno de los conceptos peor interpretados de la física cuántica: la observación. Observar algo no significa mirarlo con nuestros ojos, sino que tiene un significado mucho más amplio. Observar algo en física cuántica significa hacerlo interaccionar con cualquier sistema que no se comporte de forma puramente cuántica, algo que le obligue a tomar una decisión sobre su estado real. Esto puede ser mirarlo con nuestros ojos o puede ser poner un detector o un sistema que dependa del estado concreto de lo que “observamos”.

La doble rendija de Young, el MINDFUCK definitivo

doble rendija

Este famoso experimento es el estándar para determinar si algo se comporta como partícula o como onda. Su disposición es muy sencilla, se trata de dos rendijas separadas una cierta distancia a las que se bombardea con luz o con otro tipo de partículas. Si el “proyectil” se comporta como partícula veremos una imagen de las rendijas al otro lado; sin embargo, si se comporta como onda, veremos un patrón de interferencia de lo más curioso.
Cuando iluminamos estas rendijas con partículas subatómicas, como electrones, el patrón varía en función de nuestra acción. El comportamiento de onda implica deslocalización, que es el término que se usa en física cuántica para hablar de algo que se encuentra en varios lugares o estados a la vez y el de partícula sólo se observa cuando la posición de la partículas es bien conocida. Para que una partícula tenga comportamiento de onda, ésta debería pasar por ambas rendijas a la vez.

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